Ayer se pudo asistir a una bonita final entre los conjuntos del CSKA de Moscú y del Maccabi Tel Aviv que se decantaba finalmente por los primeros por diversas razones, aunque la principal para mi gusto fue la fidelidad a su propio juego que imprimio Messina a los suyos. Al igual que en partidos anteriores se diferencian dos grandes fases de juego, una que se corresponde con la primera mitad del partido, donde la igualdad es notoria y otra en la segunda parte, especialmente a mitad del tercer cuarto donde los rusos empiezan a irse en el marcador hasta que rompen la final en el último cuarto. Nombres propios por cada equipo, pues unos cuantos, Batista, Bynum y Morris por el Maccabi y Langdon, Andersen, Holden y Smodis por el CSKA. Los del Maccabi a base de individualidades consiguieron mantener a su equipo gran parte del tiempo en el partido, pero todo se les fue abajo cuando el conjunto equipo ruso se puso las pilas y empezó a distribuir juego y a seleccionar los tiros de mejor manera. Aquí se radico la victoria rusa, la cual es muy merecida ya que han demostrado que ahora mismo no tienen rival en Europa.