Situémonos. 16 de junio de 1996. El legendario fotógrafo de esta publicación Juan Carlos Hidalgo y un servidor embarcamos en el aeropuerto Barajas rumbo a Belgrado, vía Zurich. El objetivo era realizar un reportaje con la selección olímpica yugoslava. La idea era 48 horas con Yugoslavia. La pesadilla del "Dream Team". Había que descubrir los secretos y métodos de trabajo de Zeljko Obradovic al frente de los Bodiroga, Djordjevic, Danilovic, Divac, Paspalj, Rebraca, Savic, Tomasevic, Loncar y compañía. Tras cuatro años fuera del concierto internacional por las sanciones de la ONU por la guerra de los Balcanes (91-95), los "plavi" habían reaparecido el verano anterior proclamándose campeones de Europa en Atenas en una final increíble con prórroga ante Lituania.
Sin visado en Zurich
Escala suiza... y problemón. ¡Nos tenemos que quedar en Zurich porque necesitábamos un visado para volar a Belgrado! Lógicamente, de nada valieron las caras de pena y drama que íbamos poniendo a todo interlocutor suizo que se nos cruzara. ¡Vaya movida! Taxi (¡qué adelantados estos suizos, que aceptan tarjetas!), un hotel y, como locos, a por el teléfono. "¿Zeljko? Soy Nacho Doria, de Gigantes. Oye, que no podemos llegar hoy. Estamos en Zurich porque no tenemos visado". "Tranquilo. El cónsul de allí es muy amigo mío. Llámame más tarde".
Sin mediar demasiadas palabras, el bueno de Hidalgo y yo afrontamos una tarde en Zurich sin saber como íbamos a salir de allí. Cruzamos el río Limmat por todos los puentes por todos los puentes habidos y por haber; tratamos de colarnos en un concierto de Zucchero en un parque enorme (sin éxito, tuvimos que conformarnos con "oírlo"); un garbeo para ver el ambiente de la estación de trenes; dimos cuenta de una suculenta tabla de quesos... y "vamos a llamar a Zeljko". "No problema. Ir mañana al consulado, preguntar por el señor "Talvic" que ya está avisado que vais". "Muchas gracias Zeljko, espero verte mañana".
Madrugón y directos al consulado serbio. El vuelo hacia Belgrado salía a mediodía... y había que cogerlo como fuese. Llegamos allí a las ocho de la mañana, doblamos una esquina y nos topamos con una muchedumbre inmensa pegada a las verjas del edificio esperando que alguien de dentro se asomase para agitar todo tipo de papeles- "¡¿Cómo vamos a entrar ahí?!". No me pregunten: a las diez y media estábamos azuzando al taxista para llegar a tiempo al aeropuerto con nuestro sellito en el pasaporte.
Llegada a Belgrado
Por fin, Belgrado. Hotel Intercontinental, que tiene toda la pinta de haber sido testigo de todo tipo de reuniones, confabulaciones e intrigas. Soltamos las bolsas y nos vamos al histórico pabellón Pionir al entrenamiento vespertino. Ahí están. Divac, que terminaba ese verano siete años de relación con los Lakers y andaba preocupado con la carrera profesional como actriz de su esposa, fajándose y curtiendo a Rebraca, que acababa de jugar su primer año en el extranjero, con el Benetton. El "benjamín" Bodiroga, recién fichado por el Real Madrid, trabajando y divirtiéndose por hacer la filigrana más alucinante con Danilovic, al que Pat Riley, tras su año rookie con los Miami Heat, le dio un papelito con dos palabras antes de las vacaciones: "All Star". Muchas estrellas reunidas, pero en el entrenamiento parecían jóvenes en busca de una oportunidad.
Sasha Djordjevic, que pocos meses después saldría escaldado de los Blazers para recalar en el Barça, estaba en la banda recuperándose de una tendinitis y nos aportó una primera clave para comprender los continuos éxitos serbios. "Todos somos protagonistas en nuestros equipos. Durante la temporada, tenemos muchos momentos para sobresalir. Pero cuando llegamos a la selección, todos tenemos el mismo objetivo: ganar. Obradovic da mucha confianza a los jugadores. Pero cuando grita, todos escuchamos porque sabemos que hay algún error o algo importante está pasando".
Pero la fórmula mágica, tan sencilla como letal, nos la ofreció poco después nuestro "salvador" Obradovic tomando un café en el hotel. "Talento y disciplina. Gracias a esos dos factores ganamos el oro en el Europeo. Existe una gran química ya que nadie piensa en su propio juego. Siempre el grupo. Esta gente son amigos. Amigos de verdad ¿sabes? Son muy listos y saben que fuera de la cancha es una historia, pero que dentro es otra y hay un jefe que manda".
Aquel reportaje se llevó a cabo cuando faltaba un mes para la cita olímpica en la ciudad de la Coca Cola. Después, todo se fue desarrollando bajo el guión previsto. Desde Gigantes, inmersos en una nueva mudanza, seguimos atentamente todo lo concerniente a Yugoslavia.
Invictos en la primera fase (Australia, Brasil, Puerto Rico, Grecia y Corea del Sur). Paseo en cuartos de final ante China (128 - 61) y un Danilovic imperial acabó con Lituania en semifinales (66 - 58). Llegaba el partido deseado. Sábado 3 de agosto. Yugoslavia contra Estados Unidos en la final olímpica. ¡Y durante los primeros diecisiete minutos de juego, tras siete canastas sin fallo de Paspalj, las huestes de un desorientado Lenny Wilkens fueron por detrás en el marcador! Ni la baja por lesión de Savic (esguince de tobillo en la semifinal) ni la eliminación de Divac al poco de arrancar la segunda mitad (aún no se jugaban cuartos) desanimó a los balcánicos. Sólo sucumbieron (95 - 69) ante el acoso y derribo del arsenal de pivots americanos: con Robinson a la cabeza (28 puntos), Shaq, Olajuwon, Karl Malone... Pero fue el primer susto al orden establecido.
Más tarde, llegarían nuevos episodios de esta revolución internacional. El cierre patronal dejó claro que sin estrellas NBA no podía salir de casa (bronce en el Mundobasket'98). El "no triple" de Jasikevicius en la semifinal de Sydney'00. Y, finalmente, triple batacazo en el Mundial de Indianapolis'02 (Argentina, Yugoslavia y España) y humillación en la semifinal olímpica de Atenas'04 ante Argentina. Un largo camino. Pero los pioneros sabían la fórmula desde hace tiempo: talento y disciplina.
Nacho Doria (Especial Gigantes nº 1000)